EL ASESINO DE PATRICIA ZANTRIOS
El día domingo 3 de mayo de 2004, Patricia Zantrios apareció muerta en su cama con un frasco de pastillas de cianuro en la mano. El cuerpo evidenciaba tener 4 horas de muerta. La mujer había muerto envenenada. La policía de Entre Ríos que investigaba llegó a la conclusión de que era un suicidio y quería cerrar el caso, pero el detective Alexander Chaves no estaba de acuerdo.
Luego de que los efectivos salieran del lugar, el detective empezó a buscar pistas en la escena del crimen. Encontró restos de envoltura de chocolates y una caja de bombones que estaba vacía. También descubrió unas pastillas que supuso que eran de cianuro.
A la mañana siguiente Alexander se dirigió a la comisaría para hablar con el comisario. Le mostró lo que había encontrado y se lo dejó como evidencia. Ese mismo día salió en el diario la noticia del supuesto suicidio de Patricia Zantrios y una persona fue a la comisaría a denunciar que una semana atrás Patricia había tenido una fuerte discusión con su novio. Les dio la dirección del muchacho y se fue.
El detective se dirigió a la casa del novio para interrogarlo. Le preguntó qué había hecho el domingo 3 de mayo a las 8 de la mañana. Le contestó que había ido al gimnasio, pero el detective le dijo que el gimnasio los domingos abría una hora más tarde, entonces llamó a la comisaría para que investigaran el lugar. Los efectivos encontraron una botella de veneno para ratas y arrestaron al sospechoso.
Cuando volvieron a la comisaría, el detective le explicó al comisario cómo habían sucedido los hechos. Le dijo que el novio le había mandado bombones envenenados con veneno para ratas porque sabía que Patricia salía a bailar todos los sábados y que cuando volvía le gustaba comer chocolate. Cuando ella volvió a su casa encontró los bombones, abrió el paquete y se los comió todos, porque al estar muy cansada, no distinguió el veneno. El comisario le preguntó cómo explicaba el frasco de cianuro que tenía en la mano, entonces el detective le dijo que el novio ya estaba adentro de la casa cuando llegó Patricia, esperó a que muriera y entonces le puso el frasco de pastillas y se fue. Luego, cuando lo llevaron a declarar, su confesión coincidió con lo que había supuesto el detective.
Moira Pérez
Gustavo Viana
Natalia Loto
Ayelén Amarilla
Cintia Salega
2º 3ª
martes, 19 de julio de 2011
jueves, 14 de julio de 2011
MALDITO AMOR
El 5 de septiembre de 1995 a las nueve y media de la noche, Selena Tankian salió rumbo a la casa de su novio, Serj Pino. En el camino se encontró con él, que estaba muy nervioso y la invitó a pasear en una lancha. Ella aceptó.
Hicieron alrededor de 8 kilómetros río adentro y ahí se paró la lancha, en medio de la nada. Intentaron llamar a la prefectura pero no había señal, entonces él le dijo que se relajara y se acostara un rato. Cuando ella se durmió, Serj la ató y comenzó a torturarla, luego encendió el motor... y ése fue el fin de Selena. Después limpió un poco la lancha y volvió a la ciudad.
Al llegar, llamó por su celular a la policía para denunciar que algo sospechoso había ocurrido con su lancha.
Abel Amplexo, el detective, y su colega John Otto, llegaron al lugar donde los esperaba Serj Pino junto a la lancha que tenía restos y de sangre de la víctima.
Minutos después llegó el hermano, quien era cómplice del asesinato, manejando una camioneta importada.
Los policías buscaron todas las huellas posibles pero era muy difícil, el agua las había borrado. Hasta que debajo de un asiento, encontraron un pedazo de soga que por ser la única pista que obtuvieron, la mandaron a analizar muy minuciosamente.
Cuando llegaron los resultados, se supo que los restos y la sangre eran de Selena Tankian, que estaba desaparecida y que la soga era de una clase que se usaba para atar la lona que cubría la caja de un modelo de camioneta importada. Inmediatamente el detective recordó la camioneta del hermano de Serj, fue a su casa y le pidió que se la mostrara. El vehículo tenía la lona tirada dentro de la caja y no estaba la soga. Entonces Amplexo le secuestró el celular, lo revisó, y encontró la llamada hecha a la prefectura a la hora en que ocurrió el crimen.
De esta forma, el detective descubrió que Serj Pino fue el asesino de su novia, Selena Tankian, y su hermano, el cómplice.
Walter Torterola
Maximiliano Sánchez
2º 5ª
El 5 de septiembre de 1995 a las nueve y media de la noche, Selena Tankian salió rumbo a la casa de su novio, Serj Pino. En el camino se encontró con él, que estaba muy nervioso y la invitó a pasear en una lancha. Ella aceptó.
Hicieron alrededor de 8 kilómetros río adentro y ahí se paró la lancha, en medio de la nada. Intentaron llamar a la prefectura pero no había señal, entonces él le dijo que se relajara y se acostara un rato. Cuando ella se durmió, Serj la ató y comenzó a torturarla, luego encendió el motor... y ése fue el fin de Selena. Después limpió un poco la lancha y volvió a la ciudad.
Al llegar, llamó por su celular a la policía para denunciar que algo sospechoso había ocurrido con su lancha.
Abel Amplexo, el detective, y su colega John Otto, llegaron al lugar donde los esperaba Serj Pino junto a la lancha que tenía restos y de sangre de la víctima.
Minutos después llegó el hermano, quien era cómplice del asesinato, manejando una camioneta importada.
Los policías buscaron todas las huellas posibles pero era muy difícil, el agua las había borrado. Hasta que debajo de un asiento, encontraron un pedazo de soga que por ser la única pista que obtuvieron, la mandaron a analizar muy minuciosamente.
Cuando llegaron los resultados, se supo que los restos y la sangre eran de Selena Tankian, que estaba desaparecida y que la soga era de una clase que se usaba para atar la lona que cubría la caja de un modelo de camioneta importada. Inmediatamente el detective recordó la camioneta del hermano de Serj, fue a su casa y le pidió que se la mostrara. El vehículo tenía la lona tirada dentro de la caja y no estaba la soga. Entonces Amplexo le secuestró el celular, lo revisó, y encontró la llamada hecha a la prefectura a la hora en que ocurrió el crimen.
De esta forma, el detective descubrió que Serj Pino fue el asesino de su novia, Selena Tankian, y su hermano, el cómplice.
Walter Torterola
Maximiliano Sánchez
2º 5ª
lunes, 11 de julio de 2011
EL DEPARTAMENTO Nº 48
Una tarde llamaron al detective Oscar Martínez para que se dirigiera urgentemente a la comisaría. Lo único que le anticiparon fue que ése era un caso muy extraño.
Al llegar a la comisaría el comisario le pidió que lo acompañara a la escena del crimen porque le parecía que era mejor que la viera con sus propios ojos. En el camino le contó cómo habían sucedido los hechos.
David Bisbal salió del gimnasio, compró un agua mineral en el kiosco de la esquina, y se dirigió al edificio de la calle Colombres donde lo esperaba Mariana, su novia, que había ido allí para proyectar cómo iban a amueblar el departamento. Subió los tres pisos por ascensor, y al entrar en el departamento Nº 48, encontró a la chica ahorcada.
Los policías observaron la escena: Mariana estaba ahorcada, sin ningún mueble alrededor, por lo que parecía poco probable que se hubiese suicidado. Había una gran ventana por donde el asesino podía haberse escapado, lo extraño era que estaba cerrada por dentro.
Martínez interrogó al novio, le preguntó si Mariana tenía conflictos con alguna persona. David le respondió muy afligido que tenía conflictos con su familia, en especial con la madre de él, pero que la creía incapaz de dañar a alguien. Luego indagó cómo era la convivencia. El joven le contó que tenían pocas peleas, en particular porque únicamente se veían de noche por el estudio y el trabajo de ambos. Y se le soltó una lágrima cuando mencionó que se estaban por casar.
Al verlo de esa manera, Martínez le dijo al muchacho que se fuera a descansar, que él se quedaría investigando el departamento. Después se dirigió al balcón, donde encontró un imán en el suelo. Miró para abajo para comprobar la teoría que tenía en mente y vio una pequeña escalera y una pulsera colgando de la baranda del balcón. De inmediato se lo mostró al comisario y rápidamente bajó por el ascensor y le pegó un grito a David. Cuando se dio vuelta le mostró la pulsera, y él afirmó que era de su madre.
Luego fueron juntos a la casa de la mujer, quien a ver a su hijo confesó que ella debía impedir el casamiento, por eso había entrado al departamento, y después de ahorcar a su nuera había salido por la ventana y cerrado por fuera con un imán. En ese momento, al ver que David entraba, se le había caído el imán y no había tenido tiempo de recogerlo. En el apuro había bajado la escalera tan rápido que ni se había dado cuenta de que había perdido la pulsera.
Heliana Barrionuevo
Melani Villegas
Antonella Albarenga
Sasha Salguero
2º 5ª
Una tarde llamaron al detective Oscar Martínez para que se dirigiera urgentemente a la comisaría. Lo único que le anticiparon fue que ése era un caso muy extraño.
Al llegar a la comisaría el comisario le pidió que lo acompañara a la escena del crimen porque le parecía que era mejor que la viera con sus propios ojos. En el camino le contó cómo habían sucedido los hechos.
David Bisbal salió del gimnasio, compró un agua mineral en el kiosco de la esquina, y se dirigió al edificio de la calle Colombres donde lo esperaba Mariana, su novia, que había ido allí para proyectar cómo iban a amueblar el departamento. Subió los tres pisos por ascensor, y al entrar en el departamento Nº 48, encontró a la chica ahorcada.
Los policías observaron la escena: Mariana estaba ahorcada, sin ningún mueble alrededor, por lo que parecía poco probable que se hubiese suicidado. Había una gran ventana por donde el asesino podía haberse escapado, lo extraño era que estaba cerrada por dentro.
Martínez interrogó al novio, le preguntó si Mariana tenía conflictos con alguna persona. David le respondió muy afligido que tenía conflictos con su familia, en especial con la madre de él, pero que la creía incapaz de dañar a alguien. Luego indagó cómo era la convivencia. El joven le contó que tenían pocas peleas, en particular porque únicamente se veían de noche por el estudio y el trabajo de ambos. Y se le soltó una lágrima cuando mencionó que se estaban por casar.
Al verlo de esa manera, Martínez le dijo al muchacho que se fuera a descansar, que él se quedaría investigando el departamento. Después se dirigió al balcón, donde encontró un imán en el suelo. Miró para abajo para comprobar la teoría que tenía en mente y vio una pequeña escalera y una pulsera colgando de la baranda del balcón. De inmediato se lo mostró al comisario y rápidamente bajó por el ascensor y le pegó un grito a David. Cuando se dio vuelta le mostró la pulsera, y él afirmó que era de su madre.
Luego fueron juntos a la casa de la mujer, quien a ver a su hijo confesó que ella debía impedir el casamiento, por eso había entrado al departamento, y después de ahorcar a su nuera había salido por la ventana y cerrado por fuera con un imán. En ese momento, al ver que David entraba, se le había caído el imán y no había tenido tiempo de recogerlo. En el apuro había bajado la escalera tan rápido que ni se había dado cuenta de que había perdido la pulsera.
Heliana Barrionuevo
Melani Villegas
Antonella Albarenga
Sasha Salguero
2º 5ª
domingo, 10 de julio de 2011
LA BÚSQUEDA DESESPERADA DE PEDRO
Una tarde, la señora Rosa fue a buscar a su hijo Pedro a la escuela. Norma, la vicedirectora, le dijo que ya lo habían retirado. Al oír esto, Rosa le pidió que le mostrara la firma de la persona que lo había retirado. Al verla no la reconoció, entonces pensó que a Pedro lo habían secuestrado y fue a la comisaría a hacer la denuncia.
Pasada una semana, como los policías no encontraban pistas que los llevaran al paradero de Pedro, Rosa decidió empezar a buscar por su cuenta. Ella tenía una amiga llamada Juana que había trabajado varios años con los militares, la llamó y le preguntó si podía ayudarla.
Días después, recibió una llamada de Juana, ésta le dijo que tenía noticias de su hijo y quedaron en encontrarse en un descampado. Una vez allí, Juana le informó que a su hijo lo habían secuestrado unos militares y que lo habían matado. Pero le aseguró que no había sufrido porque había muerto en el acto.
Rosa le preguntó cómo sabía eso. Ella le contestó que como había trabajado con ellos, tenía sus contactos. También le confidenció que ella había estado secuestrada y que la habían violado pero había podido escapar.
Rosa dijo que iba a hacer justicia por mano propia. Juana le pidió que no hiciera nada porque tenía miedo de que la volvieran a secuestrar y la mataran. Rosa no contestó, se subió al auto y se fue.
El detective Mauro Carnabazabal, que seguía el caso del secuestro de Pedro, al no encontrar a la madre ni al hijo, volvió a interrogar a los testigos. Así se enteró de que Juana había sido la última que había visto a Rosa, entonces comenzó a seguirla. La vio que fue hacia el río y se quedó largo rato mirando el agua. Cuando ella se fue, él se acercó al río, lo observó y no vio nada. Volvió a la comisaría y les contó a sus compañeros lo sucedido. Inmediatamente fueron a revisar el río, cruzaron al otro lado de la orilla y encontraron el cuerpo de Rosa.
Melany Albarracín
Brisa Macedo
Jennifer Benítez
Tamara Álvarez
Yuliana Álvarez
2º 4ª
Una tarde, la señora Rosa fue a buscar a su hijo Pedro a la escuela. Norma, la vicedirectora, le dijo que ya lo habían retirado. Al oír esto, Rosa le pidió que le mostrara la firma de la persona que lo había retirado. Al verla no la reconoció, entonces pensó que a Pedro lo habían secuestrado y fue a la comisaría a hacer la denuncia.
Pasada una semana, como los policías no encontraban pistas que los llevaran al paradero de Pedro, Rosa decidió empezar a buscar por su cuenta. Ella tenía una amiga llamada Juana que había trabajado varios años con los militares, la llamó y le preguntó si podía ayudarla.
Días después, recibió una llamada de Juana, ésta le dijo que tenía noticias de su hijo y quedaron en encontrarse en un descampado. Una vez allí, Juana le informó que a su hijo lo habían secuestrado unos militares y que lo habían matado. Pero le aseguró que no había sufrido porque había muerto en el acto.
Rosa le preguntó cómo sabía eso. Ella le contestó que como había trabajado con ellos, tenía sus contactos. También le confidenció que ella había estado secuestrada y que la habían violado pero había podido escapar.
Rosa dijo que iba a hacer justicia por mano propia. Juana le pidió que no hiciera nada porque tenía miedo de que la volvieran a secuestrar y la mataran. Rosa no contestó, se subió al auto y se fue.
El detective Mauro Carnabazabal, que seguía el caso del secuestro de Pedro, al no encontrar a la madre ni al hijo, volvió a interrogar a los testigos. Así se enteró de que Juana había sido la última que había visto a Rosa, entonces comenzó a seguirla. La vio que fue hacia el río y se quedó largo rato mirando el agua. Cuando ella se fue, él se acercó al río, lo observó y no vio nada. Volvió a la comisaría y les contó a sus compañeros lo sucedido. Inmediatamente fueron a revisar el río, cruzaron al otro lado de la orilla y encontraron el cuerpo de Rosa.
Melany Albarracín
Brisa Macedo
Jennifer Benítez
Tamara Álvarez
Yuliana Álvarez
2º 4ª
jueves, 7 de julio de 2011
EL ASESINATO DE MARIA RITO
Bárbara Mujica es una exitosa detective de Buenos Aires, se especializa en crimen y torturas. La llamaron de urgencia de Misiones, ya que habían encontrado asesinada en un apartamento a María Rito, su amiga íntima. Los hechos, según sus familiares, ocurrieron de la siguiente manera:
El sábado 22 de abril, María se dirigió a la casa de una amiga para ir juntas al boliche “El Cóndor” a festejar su cumpleaños. Eran las 2 de la madrugada y los amigos que la esperaban, al ver que no llegaba, comenzaron a llamar incansablemente a su celular. Como no obtenían respuesta, llamaron a la mamá, quien les dijo que a las 23 hs. había ido a la casa de Fabiana. Se creó en todos una gran incertidumbre.
Al día siguiente, llegadas las 12 hs., la mamá, preocupada porque no tenía noticias, acudió al departamento de su hija. Tocó insistentemente el timbre y al no obtener respuesta decidió buscar al encargado para abrir la puerta. Al entrar encontraron la más penosa y macabra escena que se pueda imaginar: un cuerpo totalmente desgarrado, carne, piel y huesos desparramados por toda la habitación. La sangre teñía las paredes, esas paredes, únicas testigos del terrible episodio.
La madre, aterrorizada, corrió despavorida mientras el encargado, frío y sin escrúpulos, revisaba toda la ropa y el cuarto buscando objetos de valor, sin darse cuenta de que de esa manera alteraba la escena del crimen.
Los primeros en llegar fueron el comisario González y el oficial Castro, quienes rodearon la zona a la espera de la fiscal y la detective Bárbara para iniciar la investigación.
En el celular de María había un mensaje de una tal Carolina H. que decía: “Esperame en tu departamento a las 23.30 que te voy a sorprender.” Rápidamente la detective le pidió al comisario González que citara a Carolina para poder interrogarla.
Mientras esperaba la hora en que Carolina vendría a declarar, Bárbara volvió al departamento a buscar pistas y encontró un anillo que decía “María...” y algo más, pero estaba medio borrado.
Cuando regresó a la comisaría, Carolina estaba esperando y la detective comenzó el interrogatorio:
— ¿Dónde estuviste el 22 de abril entre las 23 p.m. y las 2 a.m.?
Ella se puso nerviosa y empezó a hablar:
— A las 11 tomé el colectivo para ir al departamento de María porque quería darle un regalo por su cumpleaños, pero cuando llegué ella no estaba.
— ¿Qué le ibas a regalar?
— ¿Y a usted qué le importa? ¡No! ¡No! Espere... Le iba a regalar un anillo con su nombre, pero se me perdió.
— ¿Y no sabés dónde?
— No.
— Bueno, te podés retirar.
El comisario González, que estaba presente, se puso a pensar y de repente dijo:
— Bárbara, ya vengo.
Se dirigió a la casa de Fabiana y le preguntó si María había ido al boliche con ella. Entonces Fabiana le contó:
— Cuando nos estábamos yendo nos encontramos con una amiga de María, creo que le tenía que dar una sorpresa o algo así y ella se volvió a su departamento, entonces yo me enojé y tampoco fui.
— Muchas gracias.
Castro volvió al Departamento de Policía, le informó a Bárbara lo que había hablado con Fabiana y le dijo que para él a María Rito la había matado Carolina.
Bárbara fue al laboratorio a buscar los resultados del análisis de las pistas. El microscopio había permitido leer el mensaje grabado en el anillo: “María, por qué sos tan linda. Morite.”
Se lo mostró al comisario y dijo
— Bueno, vamos a buscar a Carolina. El caso está resuelto.
Camil Pérez
Jimena Pérez
2º 5ª
Bárbara Mujica es una exitosa detective de Buenos Aires, se especializa en crimen y torturas. La llamaron de urgencia de Misiones, ya que habían encontrado asesinada en un apartamento a María Rito, su amiga íntima. Los hechos, según sus familiares, ocurrieron de la siguiente manera:
El sábado 22 de abril, María se dirigió a la casa de una amiga para ir juntas al boliche “El Cóndor” a festejar su cumpleaños. Eran las 2 de la madrugada y los amigos que la esperaban, al ver que no llegaba, comenzaron a llamar incansablemente a su celular. Como no obtenían respuesta, llamaron a la mamá, quien les dijo que a las 23 hs. había ido a la casa de Fabiana. Se creó en todos una gran incertidumbre.
Al día siguiente, llegadas las 12 hs., la mamá, preocupada porque no tenía noticias, acudió al departamento de su hija. Tocó insistentemente el timbre y al no obtener respuesta decidió buscar al encargado para abrir la puerta. Al entrar encontraron la más penosa y macabra escena que se pueda imaginar: un cuerpo totalmente desgarrado, carne, piel y huesos desparramados por toda la habitación. La sangre teñía las paredes, esas paredes, únicas testigos del terrible episodio.
La madre, aterrorizada, corrió despavorida mientras el encargado, frío y sin escrúpulos, revisaba toda la ropa y el cuarto buscando objetos de valor, sin darse cuenta de que de esa manera alteraba la escena del crimen.
Los primeros en llegar fueron el comisario González y el oficial Castro, quienes rodearon la zona a la espera de la fiscal y la detective Bárbara para iniciar la investigación.
En el celular de María había un mensaje de una tal Carolina H. que decía: “Esperame en tu departamento a las 23.30 que te voy a sorprender.” Rápidamente la detective le pidió al comisario González que citara a Carolina para poder interrogarla.
Mientras esperaba la hora en que Carolina vendría a declarar, Bárbara volvió al departamento a buscar pistas y encontró un anillo que decía “María...” y algo más, pero estaba medio borrado.
Cuando regresó a la comisaría, Carolina estaba esperando y la detective comenzó el interrogatorio:
— ¿Dónde estuviste el 22 de abril entre las 23 p.m. y las 2 a.m.?
Ella se puso nerviosa y empezó a hablar:
— A las 11 tomé el colectivo para ir al departamento de María porque quería darle un regalo por su cumpleaños, pero cuando llegué ella no estaba.
— ¿Qué le ibas a regalar?
— ¿Y a usted qué le importa? ¡No! ¡No! Espere... Le iba a regalar un anillo con su nombre, pero se me perdió.
— ¿Y no sabés dónde?
— No.
— Bueno, te podés retirar.
El comisario González, que estaba presente, se puso a pensar y de repente dijo:
— Bárbara, ya vengo.
Se dirigió a la casa de Fabiana y le preguntó si María había ido al boliche con ella. Entonces Fabiana le contó:
— Cuando nos estábamos yendo nos encontramos con una amiga de María, creo que le tenía que dar una sorpresa o algo así y ella se volvió a su departamento, entonces yo me enojé y tampoco fui.
— Muchas gracias.
Castro volvió al Departamento de Policía, le informó a Bárbara lo que había hablado con Fabiana y le dijo que para él a María Rito la había matado Carolina.
Bárbara fue al laboratorio a buscar los resultados del análisis de las pistas. El microscopio había permitido leer el mensaje grabado en el anillo: “María, por qué sos tan linda. Morite.”
Se lo mostró al comisario y dijo
— Bueno, vamos a buscar a Carolina. El caso está resuelto.
Camil Pérez
Jimena Pérez
2º 5ª
lunes, 4 de julio de 2011
UN LOCO COLECCIONISTA
Un español llamado Ken Browil había llegado a la provincia de Mendoza hacía siete meses. Era muy bueno, donaba ropa a los pobres, regalaba golosinas a los chicos y todos los domingos hacía asado e invitaba a todos los vecinos.
El lunes 13 de junio, salió en el diario que el domingo, a las 13.30 hs. había desaparecido un chico.
El detective Guillermo Aslamim, que era un novato, interrogó a los padres. Ellos le dijeron:
- A nosotros nos invitaron a un asado con los vecinos. En un momento dejamos de verlo y no lo pudimos encontrar.
- ¿Y cómo estaba vestido?
- Estaba vestido de marinerito y tenía una paleta en la mano que le había dado el señor Browil.
- Bueno, pueden retirarse.
El novato recorrió la zona y vio que de una casa salía alguien corriendo, luego encontró la paleta del chico, pero estaba rota y le faltaban pedazos. Cuando miró más adelante apareció otro pedacito, siguió el rastro y encontró un reloj tirado adelante de una puerta. Le dio curiosidad, entró en la casa y comenzó a recorrerla. De repente escuchó un ruido y descubrió la puerta vieja y rota del sótano. Bajó las escaleras y vio un gato blanco que estaba sentado sobre el gorro de marinerito. El gato se levantó y se fue, pero Guillermo Aslamim lo siguió. En un momento lo perdió de vista pero escuchó el rechinar de una puerta. Caminó lentamente hacia allí, sacó el revólver, abrió la puerta, miró hacia un lado y el otro para ver si había alguien en la habitación y descubrió muchos huesos apilados. Entonces prendió la linterna y vio al chico en un rincón contra la pared. Se sorprendió al ver que le faltaba un brazo. En ese momento apareció un señor vestido de negro, con una máscara, que llevaba en sus brazos el gato blanco; lo soltó y dijo:
- Vaya, vaya, vaya, miren quién está aquí: el novato Aslamim.
- ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? – inquirió Aslamim muy asustado.
- ¿Quién soy...? Soy tu peor pesadilla. ¿Por qué lo hago? Porque colecciono huesos.
- ¡Eres un monstruo! – gritó Aslamim, le tiró un hueso que estaba en el suelo y se fue corriendo. El asesino le tiró un tiro en la pierna. El detective cayó al piso mientras el monstruo se burlaba:
- ¡Bang, bang! – y ponía su mano en forma de arma.
El policía huyó, subió al patrullero y se fue.
Allanaron la casa y rescataron al niño pero no había rastros del asesino.
Al día siguiente, Aslamim citó a Browil a la comisaría para interrogarlo.
El comisario Franco Montero reprochó a Aslamim:
- ¿Cómo vas a interrogar a Browil?
- Hay que interrogar a todos.
- Pero él es muy bueno. Dona ropa para los pobres y regala golosinas a los chicos.
- Todavía no lo conocemos; es nuevo en el barrio.
- No lo interrogues.
- ¡Los voy a interrogar a todos!
- ¡No lo interrogues! ¡Es una orden!
- Sí, señor.
Cuando fue a despedir a Browil vio que tenía en su brazo la marca del reloj, entonces le preguntó:
- ¿Y su reloj, señor?
- Lo dejé en casa.
El comisario intervino:
- Vaya no más, no se preocupe.
Mientras se iba de la comisaría, Browil miró a Aslamim y le hizo la misma seña con la mano en forma de arma que le había hecho el asesino.
Esa noche, el detective encontró un pedacito de la paleta y se dirigió a su superior:
- Mire, señor comisario, un pedacito de la paleta del niño.
- Puede ser de cualquiera de los interrogados.
- Sí, pero ayer limpiamos, y hoy interrogamos sólo a Browil.
- Ya estoy sospechando de él, si me das pruebas lo arresto.
- Sí, señor, las tendré listas para mañana.
Al día siguiente se presenta ante Montero:
- Señor, aquí tengo las pruebas.
- A ver, mostrámelas.
- Bueno, aquí está la primera prueba: la paleta que los padres dijeron que tenía el chico. Cuando fui al lugar del hecho vi a alguien corriendo, me acerqué y encontré esta paleta rota. O sea que el chico había estado en ese lugar. Y ayer encontramos un pedazo de la misma golosina donde Browil estuvo parado.
- ¿Y la segunda?
- El reloj. Yo encontré este reloj en el lugar y a Browil le falta su reloj.
- ¿Y cómo sabés que es de él?
- Porque le quedó la marca en la muñeca y por la marca se nota que nunca se lo saca.
- ¿Y la tercera?
- Cuando fui a esa casa encontré al gato blanco de Browil durmiendo sobre el sombrero del niño.
- ¿Alguna más?
- Ayer cuando salía de aquí me hizo la misma seña que el asesino que estaba en la casa.
- ¡Vamos a atraparlo!
Fueron a la casa y había desaparecido. Una vecina les dijo que lo había visto salir con una valija. Inmediatamente avisaron a la Policía Aeronáutica que no dejaran despegar ningún avión del aeropuerto y fueron para allí. Llegaron, le mostraron la foto al Jefe de Seguridad y le preguntaron:
- ¿Ha visto a este hombre?
- Sí, está en el avión que va a Brasil.
- Subieron al avión y lo atraparon.
A Guillermo Aslamim lo ascendieron a Subcomisario y a Franco Montero a Comisario Mayor.
Franco López
Matías Salto
Matías Gómez
Agustín Juárez
Ángel Pavón
2º 4ª
Un español llamado Ken Browil había llegado a la provincia de Mendoza hacía siete meses. Era muy bueno, donaba ropa a los pobres, regalaba golosinas a los chicos y todos los domingos hacía asado e invitaba a todos los vecinos.
El lunes 13 de junio, salió en el diario que el domingo, a las 13.30 hs. había desaparecido un chico.
El detective Guillermo Aslamim, que era un novato, interrogó a los padres. Ellos le dijeron:
- A nosotros nos invitaron a un asado con los vecinos. En un momento dejamos de verlo y no lo pudimos encontrar.
- ¿Y cómo estaba vestido?
- Estaba vestido de marinerito y tenía una paleta en la mano que le había dado el señor Browil.
- Bueno, pueden retirarse.
El novato recorrió la zona y vio que de una casa salía alguien corriendo, luego encontró la paleta del chico, pero estaba rota y le faltaban pedazos. Cuando miró más adelante apareció otro pedacito, siguió el rastro y encontró un reloj tirado adelante de una puerta. Le dio curiosidad, entró en la casa y comenzó a recorrerla. De repente escuchó un ruido y descubrió la puerta vieja y rota del sótano. Bajó las escaleras y vio un gato blanco que estaba sentado sobre el gorro de marinerito. El gato se levantó y se fue, pero Guillermo Aslamim lo siguió. En un momento lo perdió de vista pero escuchó el rechinar de una puerta. Caminó lentamente hacia allí, sacó el revólver, abrió la puerta, miró hacia un lado y el otro para ver si había alguien en la habitación y descubrió muchos huesos apilados. Entonces prendió la linterna y vio al chico en un rincón contra la pared. Se sorprendió al ver que le faltaba un brazo. En ese momento apareció un señor vestido de negro, con una máscara, que llevaba en sus brazos el gato blanco; lo soltó y dijo:
- Vaya, vaya, vaya, miren quién está aquí: el novato Aslamim.
- ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? – inquirió Aslamim muy asustado.
- ¿Quién soy...? Soy tu peor pesadilla. ¿Por qué lo hago? Porque colecciono huesos.
- ¡Eres un monstruo! – gritó Aslamim, le tiró un hueso que estaba en el suelo y se fue corriendo. El asesino le tiró un tiro en la pierna. El detective cayó al piso mientras el monstruo se burlaba:
- ¡Bang, bang! – y ponía su mano en forma de arma.
El policía huyó, subió al patrullero y se fue.
Allanaron la casa y rescataron al niño pero no había rastros del asesino.
Al día siguiente, Aslamim citó a Browil a la comisaría para interrogarlo.
El comisario Franco Montero reprochó a Aslamim:
- ¿Cómo vas a interrogar a Browil?
- Hay que interrogar a todos.
- Pero él es muy bueno. Dona ropa para los pobres y regala golosinas a los chicos.
- Todavía no lo conocemos; es nuevo en el barrio.
- No lo interrogues.
- ¡Los voy a interrogar a todos!
- ¡No lo interrogues! ¡Es una orden!
- Sí, señor.
Cuando fue a despedir a Browil vio que tenía en su brazo la marca del reloj, entonces le preguntó:
- ¿Y su reloj, señor?
- Lo dejé en casa.
El comisario intervino:
- Vaya no más, no se preocupe.
Mientras se iba de la comisaría, Browil miró a Aslamim y le hizo la misma seña con la mano en forma de arma que le había hecho el asesino.
Esa noche, el detective encontró un pedacito de la paleta y se dirigió a su superior:
- Mire, señor comisario, un pedacito de la paleta del niño.
- Puede ser de cualquiera de los interrogados.
- Sí, pero ayer limpiamos, y hoy interrogamos sólo a Browil.
- Ya estoy sospechando de él, si me das pruebas lo arresto.
- Sí, señor, las tendré listas para mañana.
Al día siguiente se presenta ante Montero:
- Señor, aquí tengo las pruebas.
- A ver, mostrámelas.
- Bueno, aquí está la primera prueba: la paleta que los padres dijeron que tenía el chico. Cuando fui al lugar del hecho vi a alguien corriendo, me acerqué y encontré esta paleta rota. O sea que el chico había estado en ese lugar. Y ayer encontramos un pedazo de la misma golosina donde Browil estuvo parado.
- ¿Y la segunda?
- El reloj. Yo encontré este reloj en el lugar y a Browil le falta su reloj.
- ¿Y cómo sabés que es de él?
- Porque le quedó la marca en la muñeca y por la marca se nota que nunca se lo saca.
- ¿Y la tercera?
- Cuando fui a esa casa encontré al gato blanco de Browil durmiendo sobre el sombrero del niño.
- ¿Alguna más?
- Ayer cuando salía de aquí me hizo la misma seña que el asesino que estaba en la casa.
- ¡Vamos a atraparlo!
Fueron a la casa y había desaparecido. Una vecina les dijo que lo había visto salir con una valija. Inmediatamente avisaron a la Policía Aeronáutica que no dejaran despegar ningún avión del aeropuerto y fueron para allí. Llegaron, le mostraron la foto al Jefe de Seguridad y le preguntaron:
- ¿Ha visto a este hombre?
- Sí, está en el avión que va a Brasil.
- Subieron al avión y lo atraparon.
A Guillermo Aslamim lo ascendieron a Subcomisario y a Franco Montero a Comisario Mayor.
Franco López
Matías Salto
Matías Gómez
Agustín Juárez
Ángel Pavón
2º 4ª
jueves, 30 de junio de 2011
EL ASESINO DE MARIANA MORENO
El 23 de septiembre a las 23.30 hs., en un departamento del Hotel Argentino ubicado en la calle Belgrano al 1800 de la ciudad de Mar del Plata, encontraron el cuerpo ensangrentado de una mujer tirado en el suelo. Tenía tres puñaladas en el pecho y cortes en las piernas. Había huellas en el piso de dos personas.
La mujer fue identificada como Mariana Moreno. Ese día había retirado $20000 del banco. La policía revisó todo el departamento para ver si estaba el dinero, pero no encontraron nada. Tampoco estaban las joyas que heredó de su abuela.
En el hotel le dijeron al detective Marcelo Fernández que una mujer había estado en el departamento poco tiempo antes. Él averiguó que se trataba de una amiga de la víctima y fue a su casa. Allí no estaba pero la encontró en un bar cercano.
Ella le contó que el exmarido de Mariana le pegaba, y por eso se habían separado y que cuando poco tiempo después ella se puso de novia, él estaba celoso. Entonces el detective ordenó allanar la casa del exmarido, que se llamaba Esteban Delgado. Allí encontraron un cuchillo con sangre y lo detuvieron.
Pocos días después, el análisis del cuchillo evidenció que la sangre era de la mujer. Lo interrogaron para saber quién era su cómplice y confesó que era un amigo suyo que se llamaba Javier, que se había alojado en el mismo hotel, en el departamento de al lado y al que le había pagado con el dinero de Mariana.
Marcelo Fernández se dirigió inmediatamente hacia el hotel y llegó justo cuando Javier salía de su habitación con una valija y un pasaje en la mano.
María Vallejos
Leslie Mombelli
Tamara Vivian
2º 5ª
El 23 de septiembre a las 23.30 hs., en un departamento del Hotel Argentino ubicado en la calle Belgrano al 1800 de la ciudad de Mar del Plata, encontraron el cuerpo ensangrentado de una mujer tirado en el suelo. Tenía tres puñaladas en el pecho y cortes en las piernas. Había huellas en el piso de dos personas.
La mujer fue identificada como Mariana Moreno. Ese día había retirado $20000 del banco. La policía revisó todo el departamento para ver si estaba el dinero, pero no encontraron nada. Tampoco estaban las joyas que heredó de su abuela.
En el hotel le dijeron al detective Marcelo Fernández que una mujer había estado en el departamento poco tiempo antes. Él averiguó que se trataba de una amiga de la víctima y fue a su casa. Allí no estaba pero la encontró en un bar cercano.
Ella le contó que el exmarido de Mariana le pegaba, y por eso se habían separado y que cuando poco tiempo después ella se puso de novia, él estaba celoso. Entonces el detective ordenó allanar la casa del exmarido, que se llamaba Esteban Delgado. Allí encontraron un cuchillo con sangre y lo detuvieron.
Pocos días después, el análisis del cuchillo evidenció que la sangre era de la mujer. Lo interrogaron para saber quién era su cómplice y confesó que era un amigo suyo que se llamaba Javier, que se había alojado en el mismo hotel, en el departamento de al lado y al que le había pagado con el dinero de Mariana.
Marcelo Fernández se dirigió inmediatamente hacia el hotel y llegó justo cuando Javier salía de su habitación con una valija y un pasaje en la mano.
María Vallejos
Leslie Mombelli
Tamara Vivian
2º 5ª
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