martes, 10 de noviembre de 2009

El asesinato de Magaly Suárez
En el año 2005, en el barrio de Villa Caraza, vivía Olga, una mujer viuda, con sus tres hijos: Magaly, de 10 años, Esteban, de 13 y Matías, de 16.
Olga trabajaba como secretaria ejecutiva en un estudio jurídico.
Alfredo era separado y vivía con dos de sus tres hijos, Leo, de 18 y Florencia, de 15 años.
Ambos se conocieron en el trabajo de ella, ya que Alfredo vivía de sus changuitas y fue a reparar una bisagra de la puerta de una de las oficinas. Desde ese día nunca más se separaron, digamos que fue amor a primera vista.
Cuatro años después las cosas habían cambiado; él no era el mismo, ya no se interesaba por su mujer, llegaba a cualquier hora a su casa, empezó a faltar la plata, tenían discusiones sin sentido, maltrataba a sus hijos e hijastros, excepto a Magaly.
Una noche, Alfredo se encontró en un bar con sus amigos y, copa tras copa, les confesó que se estaba enamorando de su hijastra menor. Al volver a su casa, observó que estaban todos durmiendo, excepto la pequeña, entonces decidió engañarla con una mentira: "vamos a comprar", y la inocente niña lo acompañó. La llevó a un descampado donde abusó de ella y luego la ahorcó con su cinturón para que no contara nada.
A la mañana siguiente, Alfredo se encontraba durmiendo con su mujer, a las 7.00 sonó el despertador, entonces Olga subió a despertar a sus hijos. Cuando entró a la habitación de las chicas vio que la cama de su hijita menor estaba vacía. Desesperada fue hacia su habitación, despertó a su esposo y le contó lo sucedido; él fingió estar muy preocupado y llamó a la policía.
La policía llamó a dos de sus mejores detectives, los hermanos Sam y Dean Winchester. Éstos se pusieron al tanto de lo sucedido y empezaron a tomar testimonio a los vecinos.
Dos horas después de que todos los vecinos hubieran declarado, los investigadores se dieron cuenta de que todas las personas coincidían en que la familia era un poco extraña, ya que Olga y Alfredo siempre discutían por celos, por el trabajo o porque él sacaba plata de la caja fuerte.
Luego, los investigadores decidieron citar a la pareja para que declararan dónde habían estado y qué habían hecho la noche que desapareció la niña.
La madre dijo que estuvo de regreso en su casa a las 20. 30, e hizo la comida para todos los niños. Después los mandó a dormir y lo mismo hizo ella alrededor de las 23.00 hs.
Alfredo declaró haber ido al bar después del trabajo; nombró a varios compañeros de copas; no recordaba la hora a la que había regresado a su casa.
Los investigadores dudaron de Alfredo por su actitud insegura a la hora de declarar; así que llamaron a los amigos que esa noche habían estado con él, para tomarles testimonio.
Uno de ellos dijo que Alfredo había dicho que le estaba empezando a gustar su hijastra menor. Los detectives quedaron paralizados por lo que escucharon. Ya no quedaban dudas, Alfredo era la clave de la desaparición.
Inmediatamente fueron a buscar al sospechoso; cuando llegaron a destino quisieron revisar sus cosas, pero él se negó.
Regresaron con una orden de allanamiento. En el fondo de la casa había un cuarto donde encontraron ropa ensangrentada. Los análisis confirmaron que la ropa y la sangre eran de Magaly, Alfredo la había ocultado allí.
Con estas pruebas arrestaron a Alfredo, quien confesó y pidió perdón a su familia. Fue condenado a cadena perpetua.
Erica Cano, Macarena Monserrat, Alexandra Céspedez
2º 2ª

miércoles, 9 de septiembre de 2009


En un pueblo de la provincia de Buenos Aires, vivía una señora llamada Rosa, ella todas las tardes salía de compras.
Una tarde estaba entrando en el supermercado cuando vio que Cristian le estaba robando a una mujer. Rosa inmediatamente avisó a la policía.
Ella conocía a Pablo, el padre de Cristian, por lo tanto creyó conveniente informarle lo que había sucedido.
Pablo, indignado, le dijo a Rosa que no se metiera en los asuntos de su hijo, y que él iba a arregler cuentas con ella.
Al día siguiente María, la mucama, al abrir la puerta de la casa se encontró con una mancha de sangre en el living, y cuando llegó al dormitorio, Rosa estaba muerta.
Inmediatamente llamó a la policía. Dos investigadores, Martín y Lucas, llegaron al lugar. Tomaron muestras de la sangre y revisaron todo en busca de evidencias.
Los resultados del análisis de sangre mostraron que no era de la víctima.
¿De quién era la sangre? ¿Por qué habían matado a Rosa? ¿Quién era el asesino?
Martín y Lucas recordaron el episodio del supermercado. Ingresaron el ADN de la sangre a la computadora y descubrieron que era de Cristian.
Enojado con Rosa porque lo había denunciado, fue a verla para pedirle que retirara la denuncia, como ella se negó, la asesinó. Cuando salía corriendo de la casa, asustado, se raspó la pierna con un mueble que tenía un clavo y su sangre manchó el piso.
Martín y Lucas resolvieron el crimen y Cristian pagó las consecuencias de sus actos.

Micaela Asta - 2º 5ª

jueves, 3 de septiembre de 2009



UNA TRAGEDIA EN EL COLEGIO


El 15 de octubre de 1993 encontraron muerta a la joven Noelia con un tiro en la cabeza y un corte en la yugular. Ella concurría a la Escuela Técnica Nº5 de Lanús. Una preceptora llamada Marta vio el cuerpo en el medio del patio y llamó a la Policía. Luego de interrogar a algunos alumnos, el Jefe de Policía, el oficial Pecetti, opinó que seguramente había sido algún compañero, ya que a la escuela concurrían algunos chicos con fama de delincuentes. Pero no sabía cómo había hecho para entrar con un arma. También se enteró de que ella era la mejor alumna, tenía muy buena conducta pero se llevaba mal con algunos compañeros.

El caso fue derivado a la Comisaría 8ª donde trabajaba el oficial Casas, amigo del padre de la fallecida,quien tomó el caso como algo personal.

Al día siguiente, el oficial Casas fue a la escuela a buscar evidencias. Encontró un mechón de pelo y el cuchillo que habían usado para cortar la yugular. Llevó todo para que lo analizaran.

Cuando salió de ahí fue a la casa de los padres para averiguar si tenía algún enemigo o algo por el estilo. Los padres le dijeron que ellos no sabían nada, pero la que sí podía saber era Abigail, la mejor amiga.

El oficial Casas fue a interrogar a Abigail. Ante sus preguntas, la chica sólo pudo responder: "no sabe lo mal que estoy, yo la quería mucho" y se puso a llorar. En ese momento el oficial recibió un mensaje de la comisaría diciéndole que fuera urgente.

Llegó a la comisaría y allí lo esperaba Daniela, otra amiga de la joven fallecida, que decía que necesitaba hablar con él. Ella le confesó que sospechaba de Abigail porque le gustaba el novio de Noelia, y que lo único que quería era que el culpable pagara. El oficial le agradeció.

Seguidamente llamó al padre de Noelia y le preguntó cuándo había visto a su hija por última vez. Él respondió que el jueves a la mañana antes de que se fuera a gimnasia, porque luego iría al colegio y de ahí a la casa de Daniela. Luego le mandó un mensaje diciendo que la habían castigado pero no aclaró por qué.
El oficial cortó el teléfono y se fue enseguida para el colegio. Habló con la regente y le preguntó quién se había quedado después de clases.
Seguidamente llamó a Daniela y le preguntó si Noelia había ido para su casa, pero ella le respondió que así habían quedado pero no había ido.
El oficial recordó que el mechón de pelo era rubio ... y enseguida vino a su mente la imagen de Petoluck, la regente. Las chicas le habían dicho que la hija de Petoluck era una alumna ejemplar, pero que desde que llegó Noelia a la escuela todo había cambiado. Las mejores notas y la mejor conducta las tenía ella. Su hija era caprichosa y estaba enferma de celos... a la madre no le quedó otra opción...
Jaqueline Noelia Fetter - 2º 5ª

miércoles, 19 de agosto de 2009


La persona más imprevista

Mariano era leal en su trabajo, honesto y querido por sus vecinos.
Él era un hombre sano, pero periódicamente iba a hacerse un chequeo con su médico, el doctor Roberto Gómez.
En la última consulta, el médico le diagnosticó diabetes, entonces le indicó que no ingiriera nada dulce.
Mariano regresó a su casa y les contó a su mujer y asu hija lo sucedido. La esposa llamó a la mucama y le ordenó que preparara comida especial para él.
La mucama se fue a la cocina y dos horas después avisó que la cena estaba lista.
Mariano comió un bocado y no quiso más porque estaba disgustado por lo que le había sucedido.
Se dirigió a su recámara y se encerró.
Cuando terminaron de comer, la mujer subió al dormitorio y encontró a Mariano tirado en el piso. Desesperada comenzó a gritar y a pedir auxilio. La hija corrió hacia abajo y le pidió a la mucama que llamara una ambulancia. No tardó mucho en llegar.
El médico decidió trasladarlo al hospital.
Horas después la familia estaba en el hospital esperando el informe. El doctor llamó a la esposa y le dijo que Mariano había fallecido. Ella, llorando le preguntó de qué y él le respondió que no se sabía, que tenían que hacerle una autopsia.
Días después, el informe de la autopsia reveló que Mariano no sólo tenía diabetes, sino que se había encontrado ácido en la sangre.
El comisario Nicolás Rocas consideró que el caso era muy difícil de resolver y convocó a la inspectora Rocío Maturana.
La inspectora tenía 3 sospechosos: el médico, al que había visitado antes de la noche de su muerte, la mucama que había preparado la comida y la mujer, que estuvo con él en el último momento.
Ordenó un allanamiento del domicilio y encontró un frasco de ácido sulfúrico. Tomó las huellas digitales del envase. Descubrió que eran de la persona que menos esperaba, su propia hija. ¿Cuál sería el móvil?
Luego de un interrogatorio, la hija confesó que odiaba a su padre porque había abusado de ella y luego la había obligado a interrumpir el embarazo. La madre nunca se había enterado.
Rocío Maturana le dijo al comisario Nicolás Rocas: "La niña lo mató por odio. Para encontrar el motivo hay que buscar pistas en las cosas más pequeñas, como un frasco de veneno."

El robo del diamante

El Jefe de la Policía Bonaerense, Jorge Maldonado, estaba hablando mientras comía en un restaurant con uno de los oficiales, del caso del momento: "la desaparición del gran diamante". El jefe le dijo al oficial:

- ¡Es prácticamente imposible resolver el caso!

- Tendríamos que darlo por cerrado.

El detective Adrián Pautasi no pudo evitar escuchar la conversación y rápidamente intervino:

- No. No es imposible resolver el caso, en realidad nada es imposible... Déjeme que yo investigue.

- Está bien, pero no se olvide de que ya hicimos todas las investigaciones correspondientes y el culpable no aparece.

- Mire, tenga fe en mí, déme una semana, y si no encuentro al culpable, dé por cerrado el caso.

- Muy bien, le doy una semana de plazo. Si no lo descubre, se cerrará el caso.

Al día siguiente el detective le pidió al Jefe de la Policía que le diera todas las pistas reunidas hasta el momento. Las pistas eran:
El diamante desapareció el día jueves entre las 10.30 de la mañana y las 12.40. La dueña del diamante y de la casa donde se encontraba no estaba en el lugar cuando ocurrió el hecho. La mucama había salido a hacer las compras y el jardinero estaba arreglando el césped del parque.

La dueña de casa jamás almorzaba allí. Siempre se iba a las 9.15 de la mañana y volvía alrededor de las 16 hs.
El diamante se encontraba en una habitación sin ventanas y con una sola puerta inviolable por la que sólo la dueña podía entrar.

Reunidas todas las pistas, el detective comenzó la investigación.

Fue al lugar donde ocurrió el hecho, primero interrogó al jardinero y a la mucama, les preguntó dónde estaban el día del robo entre las 10.30 y las 12.40. Ambos respondieron lo que el detective ya sabía. Cuando le llegó el turno al chofer, Pautasi le dijo:
- Me imagino que usted estaba con la señora de la casa, dado que es el chofer y ella no saldría sin usted.
- Por supuesto, yo estaba con la señora.
- ¿Y a dónde fueron?
- Al salón de belleza. Fuimos a las 9 de la mañana porque la señora tenía que hacer varias cosas y decidió salir temprano. A las 11.30 salió del salón y la llevé a almorzar a la casa de una amiga, partimos de allí a las 12.45, hizo unos trámites y compras y regresamos a las 16 hs. como todos los días.
El testimonio del chofer coincidía con el de la dueña de la joya.
Adrián Pautasi interrogó a los vecinos y comerciantes del barrio, quienes confirmaron las declaraciones de la mucama y el jardinero. Comprobó luego que efectivamente la señora había estado en el salón de belleza y la amiga corroboró que habían almorzado juntas.
Quedaban sólo cinco días para resolver el caso y el detective volvió al lugar del hecho y le preguntó a la señora cómo era posible que con una joya de semejante valor en su casa, no tuviera custodia ni alarma. La mujer le respondió que no le gustaba tener gente extraña vigilando su casa y que la alarma de nada servía si se cortaba la luz, por lo cuál sólo tenía cámaras de seguridad. Entonces el detective le pidió las grabaciones de los últimos quince días y ella se las dio.
Ya en su casa, Pautasi se puso a revisar detenidamente todas las grabaciones, una por una. Eso le llevó todo un día; ahora sólo le quedaban tres, y el culpable no aparecía. De repente recordó que no había preguntado en el salón de belleza a qué hora había salido. Regresó al lugar y le dijeron que la señora se había retirado a las 10.30 hs. Comenzó a preguntarse "¿Por qué me mentiría la dueña?" "¿Por qué me dio las grabaciones sabiendo que podrían comprometerla?"¿Por qué tendría un diamante valiosísimo en su casa y no guardado en una caja de seguridad?" Así pasó otro día, quedaban solamente dos para resolver el caso.
Finalmente decidió ir hasta el Departamento de Policía. Buscó a Maldonado y le preguntó cuánto valía el diamante y si estaba asegurado. El Jefe le respondió que estaba valuado en dos millones de dólares y asegurado por un millón y medio.
El detective volvió a su casa y comenzó a pensar quién podría ser el culpable si nadie podía entrar, si había cámaras de seguridad y en ellas no se detectaba nada extraño. Casi resignado volvió a mirar las grabaciones y descubrió que en ellas, el día señalado como el del hecho estaba nublado, y si él mal no recordaba, ése había sido un día estupendo. Aquellas grabaciones no eran de los últimos quince días, ¡eran grabaciones viejas!
Sólo quedaba un día cuando el Jefe de Policía llamó preguntando si había resuelto el caso, porque de lo contrario se cerraría al día siguiente, y Adrián Pautasi contestó:
-¡Sí, lo resolví!
- Está bien, ¿quién es el culpable?
- La propia dueña del diamante. Dijo que había estado en el salón de belleza, y estuvo, pero no a la hora que ella dijo, sino que salió una hora antes. También me dio grabaciones viejas para que yo no me diera cuenta de cuándo lo sacó ni dónde lo ocultó.
- ¿Y para qué querría robarse ella misma?
- Ella sabía que si desaparecía el diamante iba a cobrar el seguro. Su chofer es cómplice porque es su amante e iban a disfrutar juntos del dinero, conservando también la joya.
- Muy bien, señor detective, lo felicito, resolvió el caso.

Fabiola Poustis - 2º 5ª

miércoles, 15 de julio de 2009


El puentecito


Como todos los días, Elías y su mujer, Rossana, llamaron a sus hijos a desayunar. Ellos bajaron, tomaron el café con leche; Elías se fue a trabajar y Rossana los llevó al colegio antes de ir a su trabajo.

A las 16.15 hs. Rossana regresó a su casa y como a las 17 Hs. llegó Joaquín, el menor. Su mamá le preguntó por Braian y él le respondió:

- Es que jugamos una carrera y yo le gané, debe estar por llegar.

- Fijate si viene - exclamó la mamá.

Al rato entró Joaquín corriendo y dijo:

- No está.

Ls mamá asustada salió a buscarlo por el barrio y como no lo encontró fue a hacer la denuncia a la comisaría. Le pidieron los datos de Braian y ella lo describió:

- Es rubio, tiene ojeras, ojos verdes... Estaba vestido con un jean y el delantal del colegio.

Tomados los datos, lo interrogaron a Joaquín.

- ¿Cuándo te diste cuenta de que tu hermano no estaba cerca de vos?

- Cuando llegué a mi casa y él no llegaba.

- ¿Fueron por el camino de siempre?
- No.

- ¿Y por dónde?

- Cruzamos un puentecito y después salimos por otra cuadra, empezamos a correr y yo llegué a mi casa.

- ¿Viste a tu hermano que te seguía o iba adelante?

- No, no lo vi.

Mientras interrogaban a Joaquín Rossana llamó a Elías.

- Estoy en la comisaría, desapareció Braian - dijo llorando.

Al cabo de 20 minutos llegó Elías.

La policía salió a buscarlo por donde había dicho Joaquín.

Alrededor de las 22hs. hallaron bajo el puente mencionado por Joaquín, el cuerpo de un menor que coincidía con la descripción que había hecho Rossana. Los papás fueron a reconocer el cadáver. Era Brian.
Según la autopsia, lo habían empujado o se había caído. Pero aún quedaban muchos cabos sueltos: cómo y por qué se había caído, por qué no había gritado, si nadie en la zona había visto o escuchado algo...
La policía apuntaba a un solo sospechoso, Joaquín. ¿Sería capaz de matar a su hermano?
El comisario José Nedley estaba a encargo de la investigación. Planteó lo que sospechaba a los padres y les preguntó si sus hijos habían peleado los días anteriores al suceso. Respondieron que no, pero recordaron unas palabras dichas por Joaquín a su hermano el día anterior: "¡Qué envidia! Vos sos el preferido de papá."
Todo encajaba perfecto, pero Joaquín negaba a morir lo que José decía. Lo interrogaron varias veces, pero su declaración no cambiaba.
El día anterior a que lo trasladaran al juzgado de menores, haciendo un nuevo rastrillaje, encontraron un colgante de oro cerca del lugar donde fue hallado el cuerpo y apareció un testigo que no se había animado a hablar. ¿Sería esto la salvación de Joaquín?
El testigo, llamado Fernando, dijo que había visto dos niños corriendo, uno había seguido pero el otro se había detenido a buscar un juguete que se le había caído cuando se le acercó una mujer alta, pelirroja y vestida de negro que lo empujó por el puentecito.
¿Quién sería esta mujer? La descripción coincidía con la de la compañera de trabajo de Elías y su amante. Las iniciales de su nombre eran las mismas que estaban grabadas en la medalla del colgante.
Julieta Ruiz Díaz - 2º 5ª

martes, 7 de julio de 2009


El homicidio de Ricardo Gutiérrez


Los diarios del 20 de mayo del 2008 titulaban: "Mujer desesperada busca a su marido desaparecido hace una semana".
Todo comenzó en Monte Chingolo. Doña Marisa González, pidió ayuda a sus vecinos para buscar a su marido, don Ricardo Gitiérrez. Luego hizo la denuncia en la comisaría. Los vecinos, indignados, iniciaron una marcha por su aparición, asegurando que era una buena persona, trabajadora, amable, muy de su casa, y que seguramente lo habían secuestrado.
Transcurrían los días, noticias en la T. V., en el diario, búsqueda de la policía, el gobierno ofreció recompensa a quien aportara alguna información sobre Ricardo.
Los días pasaban y no había ninguna noticia sobre el desaparecido. A fin de año, la causa pasó a manos del fiscal Guillermo Rosales.
Mientras tanto, la señora Marisa comenzó a retomar su ritmo de vida normal.
Como no había sospechosos, el fiscal comenzó a investigar a la señora Gutiérrez.
En enero de 2009, en uno de los interrogatorios, la señora se quebró y contó que durante años había sido maltratada, golpeada y abusada por su marido, hasta que un día, durante una discusión, cansada de la situación, lo había matado. Luego, arrepentida y con miedo por lo sucedido, ella misma había hecho la denuncia de la desaparición mientras el cuerpo de su marido yacía en el fondo de su casa, donde ella misma, llena de odio, lo había sepultado.
Florencia Gómez, Sabrina Santillán, Brenda Gómez, Camila Núñez
2º 4ª

viernes, 3 de julio de 2009


Muerte inesperada
Hace un tiempo atrás, Hernán Landolina, un profesor se gimnasia de la ESB 48, que tenía 42 años y era muy querido por sus alumnos, fue asesinado.
El día siguiente a la noche del crimen, los alumnos que tenían clase con él lo esperaron pero nunca se presentó.
Como no lo podían ubicar, porque no contestaba el teléfono ni estaba en su domicilio, los alumnos comenzaron a sospechar y los padres dieron parte a la policía.
Varias semanas después, la policía encontró un vehículo abandonado, era del profesor y la víctima estaba encerrada en el baúl.
Según los investigadores, tres vagabundos le quisieron robar el auto,él se resistió y lo mataron.
Los capturaron y fueron condenados a 18 años de cárcel, pero uno de ellos se suicidó y los otros murieron en la cárcel de sida.
Todos los años, los alumnos hacen una marcha por la inseguridad, en memoria del profesor Hernán Landolina.
Javier Huerta
2º 4ª

lunes, 29 de junio de 2009


El secuestro con mal fin




El mediodía del 16 de abril, una chica llamada Leila, fue secuestrada por dos hombres mientras iba hacia el colegio. Fue vendada, amordazada y subida a un coche negro.


Pasados dos días, su madre, que estaba desesperada, recibió el llamado de un hombre que le confirmó que su hija había sido secuestrada y se encontraba en su poder. Ella, por miedo, no quiso dar parte a la policía y recurrió a un detective, Brian, quien inmediatamente rastreó la llamada y fue al lugar descubierto.


Cuandóllegó se enfrentó a tiros con los secuestradores, pero no tuvo en cuenta su mala puntería y una bala se perdió en el cuerpo de Leila y la mató.


La policía no tuvo más remedio que arrestar al detective Brian, ya que no había tomado conciencia de la irresponsabilidad de sus actos y había dado muerte a una inocente.


El juez lo condenó a 20 años de cárcel y trabajo forzado.




Nadia Malik y Daiana Proto


2º 4ª




miércoles, 24 de junio de 2009



Traicion de amigas



Evelyn conoció a Daniela en la secundaria, empezaron a hablar y desde ese día no se separaron más.
Después de tres meses llegó al curso un chico nuevo llamado Javier. A Evelyn le gustaba mucho, a Daniela también, pero ella no decía nada porque no quería perder a su mejor amiga.
Al poco tiempo, Evelyn y Javier empezaron a salir. Daniela estaba muy triste, Evelyn le preguntaba qué le pasaba y ella no le contestaba.
Luego de un año Daniela se puso de novia y Evelyn se casó y tuvo una hija.
Un día Daniela iba en su auto y descubrió que su amiga engañaba a su marido. Quedó sorprendida. Javier no se lo merecía. Nadie sabía que estaba enamorada de él y que siempre había sentido una enorme envidia por su amiga.
Una tarde, cuando Evelyn volvío a su casa luego de llevar a su hija al jardín y se acostó a dormir la siesta. Daniela entró cuidadosamente asegurándose de que nadie la hubiera visto. Sacó un arma y le disparó en la cabeza. Luego cambió el arma por otra del mismo calibre y se fue por la puerta de atrás. Al escuchar el disparo, los vecinos llamaron a la policía.
Javier recibió un llamado del jardín de su hija comunicándole que su mujer no la había ido a buscar. Le pareció muy extraño. Cuando regresó a su casa se encontró con la policía. Se llevaron el cuerpo. Entonces entró el Comisario Julio Herrera y le preguntó si había habido alguna pelea familiar o con alguna amistad o si había surgido algún inconveniente en las últimas semanas. Él recordó solamente algunas peleas entre ella, su hermana y su madrastra.
Daniela se sentía muy mal por lo que había hecho, pero el dolor por haber perdido a Javier y la enorme envidia hacia Evelyn eran más fuertes. Además,ya era tarde para lamentarse. Absolutamente nadie sospechaba de ella,
El comisario interrogó a la hermana y la madrastra, pero ellas en esa fecha estaban de vacaciones en otra provincia. El comisario no encontraba ningún otro sospechoso. Podría haber sido un suicidio.
Una mañana sonó el teléfono del despacho de Julio Herrera. Era un vecino que había visto salir una mujer de la casa mirando para todos lados y tapándose la cara. El comisario le preguntó a Javier si conocía alguna persona que coincidiera con la descripción hecha por el vecino. Horrorizado confirmó que todo apuntaba a una sola persona: Daniela. Hicieron un allanamiento en su domicilio y encontraron el arma con sus huellas.
Daniela se sentía culpable y confesó todo.

Lucía Robledo y Débora Gómez Gauto
2º 5ª

lunes, 22 de junio de 2009

El auto sin rumbo



Raúl Gaitán, el inspector, investiga la muerte de Nora Vega, quien murió el día 3 de junio.
La señora estaba comprando con su marido en el almacén de la calle principal del barrio. Salió del almacén, fue a cruzar la calle y pasó un auto que perdió el control, la atropelló y se dio a la fuga.
El marido, desesperado, subió a su auto y los persiguió pero no logró alcanzarlos. Cuando volvió al lugar donde estaba su mujer, ésta ya había fallecido.
El testigo José Martínez dijo que eran tres personas pero que sólo había visto las caras del hombre que manejaba y su acompañante, una mujer. Del que iba atrás supo que era un hombre porque le había visto la barba. Agregó que el auto azul venía de la calle 14 por la mano derecha. Quedaron marcas de las gomas en el pavimento.
Pero la dueña del almacén dijo que no parecía que el auto había perdido el control, sino que había ido directamente a atropellarlos y luego había perdido el control.
El inspector interrogó al marido, Luis Vega, quien dijo que tenía un conflicto con su vecino, pero no muy grave y que también había tenido una fuerte discusión con su prima, Florencia Romero.
El inspector le preguntó si tenía fotos de su prima y él quedó en enviárselas.
Al día siguiente, por correo, le llegaron al inspector las fotos a su despacho. Él se las mostró al testigo José Martínez quien reconoció a la mujer y al hombre que estaba junto a ella, su hermano. Fueron arrestados.
A los dos días apareció el auto y por las huellas digitales detectaron al que viajaba en el asiento de atrás, el hermano mayor.
Los tres hermanos fueron detenidos y ahora están privados de su libertad.
Sebastián Franco y Diego Juárez

2º 5ª

jueves, 18 de junio de 2009

Cuentos policiales















El crimen de Rosana Galeano

El caso empezó cuando una señora, Rosana Galeano, se casó con un hombre de plata llamado José Jacinto Arce.
El problema fue que después de unos años ella se quería separar de su esposo pero él no quería que su mujer cobrara lo que le correspondía por el divorcio porque era una gran cantidad de dinero, entonces decidió matarla. Su cómplice fue su madre, quien mandó a dos personas que resultaron ser hermanos, para que maten a Rosana.
Ella estaba con su hermana en la quinta, cuando sonó su celular, pero la llamada se cortaba porque no tenía señal, entonces salió afuera para saber quién llamaba y la mataron de dos tiros.
La hermana llamó a la policía, quienes rastrearon el lugar buscando pistas y encontraron el arma que les permitió llegar a los sospechosos. A uno de los hermanos lo encontraron en su taller mecánico y al otro en su casa.
Un mes y medio después encontraron otra arma escondida en la quinta de Arce pero el hombre negó que fuera suya y le echó la culpa a un jardinero del que encima dijo que era el amante de su mujer.
Después de dos meses metieron presos a Arce y a su madre como autor y cómplice del homicidio.
El hombre, frente a las cámaras, dijo: "Me voy con ellos, no es que me llevan."
Su madre, con una leve sonrisa, dijo que extrañaba a Rosana.
En cuanto a los hijos, los dejaron con sus tíos maternos.
Rocío Coronel
2 º 4ª