martes, 19 de julio de 2011

EL ASESINO DE PATRICIA ZANTRIOS




El día domingo 3 de mayo de 2004, Patricia Zantrios apareció muerta en su cama con un frasco de pastillas de cianuro en la mano. El cuerpo evidenciaba tener 4 horas de muerta. La mujer había muerto envenenada. La policía de Entre Ríos que investigaba llegó a la conclusión de que era un suicidio y quería cerrar el caso, pero el detective Alexander Chaves no estaba de acuerdo.

Luego de que los efectivos salieran del lugar, el detective empezó a buscar pistas en la escena del crimen. Encontró restos de envoltura de chocolates y una caja de bombones que estaba vacía. También descubrió unas pastillas que supuso que eran de cianuro.

A la mañana siguiente Alexander se dirigió a la comisaría para hablar con el comisario. Le mostró lo que había encontrado y se lo dejó como evidencia. Ese mismo día salió en el diario la noticia del supuesto suicidio de Patricia Zantrios y una persona fue a la comisaría a denunciar que una semana atrás Patricia había tenido una fuerte discusión con su novio. Les dio la dirección del muchacho y se fue.

El detective se dirigió a la casa del novio para interrogarlo. Le preguntó qué había hecho el domingo 3 de mayo a las 8 de la mañana. Le contestó que había ido al gimnasio, pero el detective le dijo que el gimnasio los domingos abría una hora más tarde, entonces llamó a la comisaría para que investigaran el lugar. Los efectivos encontraron una botella de veneno para ratas y arrestaron al sospechoso.

Cuando volvieron a la comisaría, el detective le explicó al comisario cómo habían sucedido los hechos. Le dijo que el novio le había mandado bombones envenenados con veneno para ratas porque sabía que Patricia salía a bailar todos los sábados y que cuando volvía le gustaba comer chocolate. Cuando ella volvió a su casa encontró los bombones, abrió el paquete y se los comió todos, porque al estar muy cansada, no distinguió el veneno. El comisario le preguntó cómo explicaba el frasco de cianuro que tenía en la mano, entonces el detective le dijo que el novio ya estaba adentro de la casa cuando llegó Patricia, esperó a que muriera y entonces le puso el frasco de pastillas y se fue. Luego, cuando lo llevaron a declarar, su confesión coincidió con lo que había supuesto el detective.



Moira Pérez

Gustavo Viana

Natalia Loto

Ayelén Amarilla

Cintia Salega

2º 3ª

jueves, 14 de julio de 2011

MALDITO AMOR




El 5 de septiembre de 1995 a las nueve y media de la noche, Selena Tankian salió rumbo a la casa de su novio, Serj Pino. En el camino se encontró con él, que estaba muy nervioso y la invitó a pasear en una lancha. Ella aceptó.

Hicieron alrededor de 8 kilómetros río adentro y ahí se paró la lancha, en medio de la nada. Intentaron llamar a la prefectura pero no había señal, entonces él le dijo que se relajara y se acostara un rato. Cuando ella se durmió, Serj la ató y comenzó a torturarla, luego encendió el motor... y ése fue el fin de Selena. Después limpió un poco la lancha y volvió a la ciudad.

Al llegar, llamó por su celular a la policía para denunciar que algo sospechoso había ocurrido con su lancha.

Abel Amplexo, el detective, y su colega John Otto, llegaron al lugar donde los esperaba Serj Pino junto a la lancha que tenía restos y de sangre de la víctima.

Minutos después llegó el hermano, quien era cómplice del asesinato, manejando una camioneta importada.

Los policías buscaron todas las huellas posibles pero era muy difícil, el agua las había borrado. Hasta que debajo de un asiento, encontraron un pedazo de soga que por ser la única pista que obtuvieron, la mandaron a analizar muy minuciosamente.

Cuando llegaron los resultados, se supo que los restos y la sangre eran de Selena Tankian, que estaba desaparecida y que la soga era de una clase que se usaba para atar la lona que cubría la caja de un modelo de camioneta importada. Inmediatamente el detective recordó la camioneta del hermano de Serj, fue a su casa y le pidió que se la mostrara. El vehículo tenía la lona tirada dentro de la caja y no estaba la soga. Entonces Amplexo le secuestró el celular, lo revisó, y encontró la llamada hecha a la prefectura a la hora en que ocurrió el crimen.

De esta forma, el detective descubrió que Serj Pino fue el asesino de su novia, Selena Tankian, y su hermano, el cómplice.



Walter Torterola

Maximiliano Sánchez



2º 5ª

lunes, 11 de julio de 2011

EL DEPARTAMENTO Nº 48




Una tarde llamaron al detective Oscar Martínez para que se dirigiera urgentemente a la comisaría. Lo único que le anticiparon fue que ése era un caso muy extraño.

Al llegar a la comisaría el comisario le pidió que lo acompañara a la escena del crimen porque le parecía que era mejor que la viera con sus propios ojos. En el camino le contó cómo habían sucedido los hechos.

David Bisbal salió del gimnasio, compró un agua mineral en el kiosco de la esquina, y se dirigió al edificio de la calle Colombres donde lo esperaba Mariana, su novia, que había ido allí para proyectar cómo iban a amueblar el departamento. Subió los tres pisos por ascensor, y al entrar en el departamento Nº 48, encontró a la chica ahorcada.

Los policías observaron la escena: Mariana estaba ahorcada, sin ningún mueble alrededor, por lo que parecía poco probable que se hubiese suicidado. Había una gran ventana por donde el asesino podía haberse escapado, lo extraño era que estaba cerrada por dentro.

Martínez interrogó al novio, le preguntó si Mariana tenía conflictos con alguna persona. David le respondió muy afligido que tenía conflictos con su familia, en especial con la madre de él, pero que la creía incapaz de dañar a alguien. Luego indagó cómo era la convivencia. El joven le contó que tenían pocas peleas, en particular porque únicamente se veían de noche por el estudio y el trabajo de ambos. Y se le soltó una lágrima cuando mencionó que se estaban por casar.

Al verlo de esa manera, Martínez le dijo al muchacho que se fuera a descansar, que él se quedaría investigando el departamento. Después se dirigió al balcón, donde encontró un imán en el suelo. Miró para abajo para comprobar la teoría que tenía en mente y vio una pequeña escalera y una pulsera colgando de la baranda del balcón. De inmediato se lo mostró al comisario y rápidamente bajó por el ascensor y le pegó un grito a David. Cuando se dio vuelta le mostró la pulsera, y él afirmó que era de su madre.

Luego fueron juntos a la casa de la mujer, quien a ver a su hijo confesó que ella debía impedir el casamiento, por eso había entrado al departamento, y después de ahorcar a su nuera había salido por la ventana y cerrado por fuera con un imán. En ese momento, al ver que David entraba, se le había caído el imán y no había tenido tiempo de recogerlo. En el apuro había bajado la escalera tan rápido que ni se había dado cuenta de que había perdido la pulsera.



Heliana Barrionuevo

Melani Villegas

Antonella Albarenga

Sasha Salguero



2º 5ª

domingo, 10 de julio de 2011

LA BÚSQUEDA DESESPERADA DE PEDRO




Una tarde, la señora Rosa fue a buscar a su hijo Pedro a la escuela. Norma, la vicedirectora, le dijo que ya lo habían retirado. Al oír esto, Rosa le pidió que le mostrara la firma de la persona que lo había retirado. Al verla no la reconoció, entonces pensó que a Pedro lo habían secuestrado y fue a la comisaría a hacer la denuncia.

Pasada una semana, como los policías no encontraban pistas que los llevaran al paradero de Pedro, Rosa decidió empezar a buscar por su cuenta. Ella tenía una amiga llamada Juana que había trabajado varios años con los militares, la llamó y le preguntó si podía ayudarla.

Días después, recibió una llamada de Juana, ésta le dijo que tenía noticias de su hijo y quedaron en encontrarse en un descampado. Una vez allí, Juana le informó que a su hijo lo habían secuestrado unos militares y que lo habían matado. Pero le aseguró que no había sufrido porque había muerto en el acto.

Rosa le preguntó cómo sabía eso. Ella le contestó que como había trabajado con ellos, tenía sus contactos. También le confidenció que ella había estado secuestrada y que la habían violado pero había podido escapar.

Rosa dijo que iba a hacer justicia por mano propia. Juana le pidió que no hiciera nada porque tenía miedo de que la volvieran a secuestrar y la mataran. Rosa no contestó, se subió al auto y se fue.

El detective Mauro Carnabazabal, que seguía el caso del secuestro de Pedro, al no encontrar a la madre ni al hijo, volvió a interrogar a los testigos. Así se enteró de que Juana había sido la última que había visto a Rosa, entonces comenzó a seguirla. La vio que fue hacia el río y se quedó largo rato mirando el agua. Cuando ella se fue, él se acercó al río, lo observó y no vio nada. Volvió a la comisaría y les contó a sus compañeros lo sucedido. Inmediatamente fueron a revisar el río, cruzaron al otro lado de la orilla y encontraron el cuerpo de Rosa.



Melany Albarracín

Brisa Macedo

Jennifer Benítez

Tamara Álvarez

Yuliana Álvarez



2º 4ª

jueves, 7 de julio de 2011

EL ASESINATO DE MARIA RITO




Bárbara Mujica es una exitosa detective de Buenos Aires, se especializa en crimen y torturas. La llamaron de urgencia de Misiones, ya que habían encontrado asesinada en un apartamento a María Rito, su amiga íntima. Los hechos, según sus familiares, ocurrieron de la siguiente manera:

El sábado 22 de abril, María se dirigió a la casa de una amiga para ir juntas al boliche “El Cóndor” a festejar su cumpleaños. Eran las 2 de la madrugada y los amigos que la esperaban, al ver que no llegaba, comenzaron a llamar incansablemente a su celular. Como no obtenían respuesta, llamaron a la mamá, quien les dijo que a las 23 hs. había ido a la casa de Fabiana. Se creó en todos una gran incertidumbre.

Al día siguiente, llegadas las 12 hs., la mamá, preocupada porque no tenía noticias, acudió al departamento de su hija. Tocó insistentemente el timbre y al no obtener respuesta decidió buscar al encargado para abrir la puerta. Al entrar encontraron la más penosa y macabra escena que se pueda imaginar: un cuerpo totalmente desgarrado, carne, piel y huesos desparramados por toda la habitación. La sangre teñía las paredes, esas paredes, únicas testigos del terrible episodio.

La madre, aterrorizada, corrió despavorida mientras el encargado, frío y sin escrúpulos, revisaba toda la ropa y el cuarto buscando objetos de valor, sin darse cuenta de que de esa manera alteraba la escena del crimen.

Los primeros en llegar fueron el comisario González y el oficial Castro, quienes rodearon la zona a la espera de la fiscal y la detective Bárbara para iniciar la investigación.

En el celular de María había un mensaje de una tal Carolina H. que decía: “Esperame en tu departamento a las 23.30 que te voy a sorprender.” Rápidamente la detective le pidió al comisario González que citara a Carolina para poder interrogarla.

Mientras esperaba la hora en que Carolina vendría a declarar, Bárbara volvió al departamento a buscar pistas y encontró un anillo que decía “María...” y algo más, pero estaba medio borrado.

Cuando regresó a la comisaría, Carolina estaba esperando y la detective comenzó el interrogatorio:

— ¿Dónde estuviste el 22 de abril entre las 23 p.m. y las 2 a.m.?

Ella se puso nerviosa y empezó a hablar:

— A las 11 tomé el colectivo para ir al departamento de María porque quería darle un regalo por su cumpleaños, pero cuando llegué ella no estaba.

— ¿Qué le ibas a regalar?

— ¿Y a usted qué le importa? ¡No! ¡No! Espere... Le iba a regalar un anillo con su nombre, pero se me perdió.

— ¿Y no sabés dónde?

— No.

— Bueno, te podés retirar.

El comisario González, que estaba presente, se puso a pensar y de repente dijo:

— Bárbara, ya vengo.

Se dirigió a la casa de Fabiana y le preguntó si María había ido al boliche con ella. Entonces Fabiana le contó:

— Cuando nos estábamos yendo nos encontramos con una amiga de María, creo que le tenía que dar una sorpresa o algo así y ella se volvió a su departamento, entonces yo me enojé y tampoco fui.

— Muchas gracias.

Castro volvió al Departamento de Policía, le informó a Bárbara lo que había hablado con Fabiana y le dijo que para él a María Rito la había matado Carolina.

Bárbara fue al laboratorio a buscar los resultados del análisis de las pistas. El microscopio había permitido leer el mensaje grabado en el anillo: “María, por qué sos tan linda. Morite.”

Se lo mostró al comisario y dijo

— Bueno, vamos a buscar a Carolina. El caso está resuelto.



Camil Pérez

Jimena Pérez



2º 5ª

lunes, 4 de julio de 2011

UN LOCO COLECCIONISTA




Un español llamado Ken Browil había llegado a la provincia de Mendoza hacía siete meses. Era muy bueno, donaba ropa a los pobres, regalaba golosinas a los chicos y todos los domingos hacía asado e invitaba a todos los vecinos.

El lunes 13 de junio, salió en el diario que el domingo, a las 13.30 hs. había desaparecido un chico.

El detective Guillermo Aslamim, que era un novato, interrogó a los padres. Ellos le dijeron:

- A nosotros nos invitaron a un asado con los vecinos. En un momento dejamos de verlo y no lo pudimos encontrar.

- ¿Y cómo estaba vestido?

- Estaba vestido de marinerito y tenía una paleta en la mano que le había dado el señor Browil.

- Bueno, pueden retirarse.

El novato recorrió la zona y vio que de una casa salía alguien corriendo, luego encontró la paleta del chico, pero estaba rota y le faltaban pedazos. Cuando miró más adelante apareció otro pedacito, siguió el rastro y encontró un reloj tirado adelante de una puerta. Le dio curiosidad, entró en la casa y comenzó a recorrerla. De repente escuchó un ruido y descubrió la puerta vieja y rota del sótano. Bajó las escaleras y vio un gato blanco que estaba sentado sobre el gorro de marinerito. El gato se levantó y se fue, pero Guillermo Aslamim lo siguió. En un momento lo perdió de vista pero escuchó el rechinar de una puerta. Caminó lentamente hacia allí, sacó el revólver, abrió la puerta, miró hacia un lado y el otro para ver si había alguien en la habitación y descubrió muchos huesos apilados. Entonces prendió la linterna y vio al chico en un rincón contra la pared. Se sorprendió al ver que le faltaba un brazo. En ese momento apareció un señor vestido de negro, con una máscara, que llevaba en sus brazos el gato blanco; lo soltó y dijo:

- Vaya, vaya, vaya, miren quién está aquí: el novato Aslamim.

- ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? – inquirió Aslamim muy asustado.

- ¿Quién soy...? Soy tu peor pesadilla. ¿Por qué lo hago? Porque colecciono huesos.

- ¡Eres un monstruo! – gritó Aslamim, le tiró un hueso que estaba en el suelo y se fue corriendo. El asesino le tiró un tiro en la pierna. El detective cayó al piso mientras el monstruo se burlaba:

- ¡Bang, bang! – y ponía su mano en forma de arma.

El policía huyó, subió al patrullero y se fue.

Allanaron la casa y rescataron al niño pero no había rastros del asesino.



Al día siguiente, Aslamim citó a Browil a la comisaría para interrogarlo.

El comisario Franco Montero reprochó a Aslamim:

- ¿Cómo vas a interrogar a Browil?

- Hay que interrogar a todos.

- Pero él es muy bueno. Dona ropa para los pobres y regala golosinas a los chicos.

- Todavía no lo conocemos; es nuevo en el barrio.

- No lo interrogues.

- ¡Los voy a interrogar a todos!

- ¡No lo interrogues! ¡Es una orden!

- Sí, señor.

Cuando fue a despedir a Browil vio que tenía en su brazo la marca del reloj, entonces le preguntó:

- ¿Y su reloj, señor?

- Lo dejé en casa.

El comisario intervino:

- Vaya no más, no se preocupe.

Mientras se iba de la comisaría, Browil miró a Aslamim y le hizo la misma seña con la mano en forma de arma que le había hecho el asesino.

Esa noche, el detective encontró un pedacito de la paleta y se dirigió a su superior:

- Mire, señor comisario, un pedacito de la paleta del niño.

- Puede ser de cualquiera de los interrogados.

- Sí, pero ayer limpiamos, y hoy interrogamos sólo a Browil.

- Ya estoy sospechando de él, si me das pruebas lo arresto.

- Sí, señor, las tendré listas para mañana.

Al día siguiente se presenta ante Montero:

- Señor, aquí tengo las pruebas.

- A ver, mostrámelas.

- Bueno, aquí está la primera prueba: la paleta que los padres dijeron que tenía el chico. Cuando fui al lugar del hecho vi a alguien corriendo, me acerqué y encontré esta paleta rota. O sea que el chico había estado en ese lugar. Y ayer encontramos un pedazo de la misma golosina donde Browil estuvo parado.

- ¿Y la segunda?

- El reloj. Yo encontré este reloj en el lugar y a Browil le falta su reloj.

- ¿Y cómo sabés que es de él?

- Porque le quedó la marca en la muñeca y por la marca se nota que nunca se lo saca.

- ¿Y la tercera?

- Cuando fui a esa casa encontré al gato blanco de Browil durmiendo sobre el sombrero del niño.

- ¿Alguna más?

- Ayer cuando salía de aquí me hizo la misma seña que el asesino que estaba en la casa.

- ¡Vamos a atraparlo!



Fueron a la casa y había desaparecido. Una vecina les dijo que lo había visto salir con una valija. Inmediatamente avisaron a la Policía Aeronáutica que no dejaran despegar ningún avión del aeropuerto y fueron para allí. Llegaron, le mostraron la foto al Jefe de Seguridad y le preguntaron:

- ¿Ha visto a este hombre?

- Sí, está en el avión que va a Brasil.

- Subieron al avión y lo atraparon.



A Guillermo Aslamim lo ascendieron a Subcomisario y a Franco Montero a Comisario Mayor.

Franco López
Matías Salto
Matías Gómez
Agustín Juárez
Ángel Pavón
2º 4ª

jueves, 30 de junio de 2011

EL ASESINO DE MARIANA MORENO




El 23 de septiembre a las 23.30 hs., en un departamento del Hotel Argentino ubicado en la calle Belgrano al 1800 de la ciudad de Mar del Plata, encontraron el cuerpo ensangrentado de una mujer tirado en el suelo. Tenía tres puñaladas en el pecho y cortes en las piernas. Había huellas en el piso de dos personas.

La mujer fue identificada como Mariana Moreno. Ese día había retirado $20000 del banco. La policía revisó todo el departamento para ver si estaba el dinero, pero no encontraron nada. Tampoco estaban las joyas que heredó de su abuela.

En el hotel le dijeron al detective Marcelo Fernández que una mujer había estado en el departamento poco tiempo antes. Él averiguó que se trataba de una amiga de la víctima y fue a su casa. Allí no estaba pero la encontró en un bar cercano.

Ella le contó que el exmarido de Mariana le pegaba, y por eso se habían separado y que cuando poco tiempo después ella se puso de novia, él estaba celoso. Entonces el detective ordenó allanar la casa del exmarido, que se llamaba Esteban Delgado. Allí encontraron un cuchillo con sangre y lo detuvieron.

Pocos días después, el análisis del cuchillo evidenció que la sangre era de la mujer. Lo interrogaron para saber quién era su cómplice y confesó que era un amigo suyo que se llamaba Javier, que se había alojado en el mismo hotel, en el departamento de al lado y al que le había pagado con el dinero de Mariana.

Marcelo Fernández se dirigió inmediatamente hacia el hotel y llegó justo cuando Javier salía de su habitación con una valija y un pasaje en la mano.

María Vallejos
Leslie Mombelli
Tamara Vivian
2º 5ª

martes, 28 de junio de 2011

EL SECUESTRO DE ELOIZA




El día 5 de febrero de 1973, el diario publicó una noticia: “Ayer, secuestraron una niña a la salida de la ESB Nº 7 de Lanús. El hecho ocurrió a las 18 hs. Eloiza Vanderas iba acompañada de sus tres mejores amigas, quienes serían testigos pero no quieren declarar por temor a represalias por parte de los delincuentes. Ahora se teme por las vidas de las adolescentes.”

Rocío Nevares llegó a su casa llorando junto con sus amigas Camila y Nataly y contó a su mamá lo ocurrido. La señora llamó a la madre de la víctima y le informó sobre el secuestro de su hija.

La mamá comenzó a gritar: “¡Secuestraron a mi hija!”. El padre escuchó y rápidamente fueron a la comisaría 8ª de Villa de los Trabajadores a hacer la denuncia. Entraron corriendo y gritando: “¡Rápido, rápido! ¡Secuestraron a mi hija! ¡Hagan algo!”.

Les tomaron declaración y regresaron a su casa muy tristes por lo sucedido. Desesperados pensaban qué podían hacer y decidieron llamar a un detective. Contactaron a tres pero decidieron darle el caso a uno llamado Julio Leiva, que al escuchar lo que había pasado se mostró interesado en resolverlo.

Julio empezó a investigar por el colegio y sus alrededores, golpeando puerta por puerta.

Una señora vecina le informó lo que ella había visto: “Yo vi cuando se llevaban a la niña. Eran tres hombres, parecían mayores de 30 años, estaban a cara descubierta. Uno era de tez bien morena, otro parecía polaco, y al tercero no llegué a verlo bien. Andaban en motos, pero las patentes estaban tapadas. Después no pude ver más.

Luego siguió investigando por la villa llamada “El Morro”, preguntando por las casas, visitando lugares abandonados. Encontró una señora que al ver la foto de Eloiza la reconoció. Ella dijo que la había visto acompañada por un hombre mayor de 50 años, que es conocido como “el Chiva” y tiene muchas denuncias por vender drogas. La niña parecía estar medio presionada. Pero se corría el rumor de que se había mudado y no sabía a dónde... Luego agregó: “Conozco a la sobrina. Vive aquí a dos cuadras. ¿Le doy la dirección?” El detective asintió y ella dijo: “Domingo Purita entre Pedernera y... no me acuerdo la otra calle, pero es por aquí cerquita. La sobrina del señor es amiga de mi nieta.” Julio agradeció a la señora y se despidió.

Al día siguiente fue a la casa de la sobrina de “el Chiva”. Estaba la niña sola y le dijo que el tío se había ido a Córdoba por un problema de trabajo. El detective le preguntó cómo se llamaba el tío y si tenía una foto de él. Ella le respondió: “Antonio Torres” e inmediatamente fue a buscar la foto, se la dio y sin preguntar nada cerró la puerta.

Julio Leiva llamó a los padres de Eloiza y les dijo que faltaba poco para llegar hasta su hija.

Hizo algunas averiguaciones y luego viajó a Córdoba con un custodio. Lo primero que hizo allí fue dirigirse a un pueblo chiquito llamado Verabevú. Allí encontró a un hombre que decía ser el hermano de Antonio. Le dijo que su hermano había vuelto porque en Buenos Aires se había quedado sin trabajo y le indicó dónde vivía. Inmediatamente, el detective dio aviso a la policía del pueblo quienes llegaron justo en el momento en que el secuestrador estaba por acosar sexualmente a Eloiza.

Aunque Eloiza no conocía a Julio, llorando se abrazó fuertemente a él, que le decía: “Ya pasó todo. Vamos con tu mamá.”

Esmeralda Suárez
Agostina Iñigo
2º 5ª

lunes, 27 de junio de 2011

CONFLICTOS ENTRE HERMANAS

CONFLICTOS ENTRE HERMANAS




Una noche, en la ciudad de Nueva York, una familia con muchos problemas enfrentaba una nueva crisis. La señora Bárbara Florentín y el señor Robert Vaccarau acababan de recibir los resultados de los análisis de su hija y les dieron la noticia a los tres hermanos: Brandon, el mayor, y las mellizas Keni y Laysa. Al saber Laysa que tenía leucemia empezó a llorar; Keni y Brandon la abrazaron fuerte y se quedaron en silencio...

Al otro día, los padres fueron a ver al doctor Francisco Bengua, quien era el médico de Laysa. El doctor les dijo que necesitaba con urgencia un transplante de médula, entonces la madre, llorando, lo abrazó a Robert. El doctor les dijo que la única posibilidad de que se salvara era que encontraran un donante compatible para hacerle un transplante de médula. Él había pensado en Keni, porque eran hermanas mellizas. La señora le dijo que iba a hablar con ella y que estaba segura de que Keni le daría lo que su hermana necesitaba.

La señora y el señor Vaccarau se despidieron del doctor. Cuando llegaron a la casa hablaron con Keni y ella dijo que sería la donante de su hermana.

A la mañana siguiente, la mamá le fue a llevar el desayuno a Laysa y la encontró inconciente, entonces comenzó a gritar. Llamaron a la ambulancia y la llevaron de urgencia al hospital. Allí la atendió el doctor Francisco y dijo que había que dejarla internada. En ese momento sonó el celular de la señora Florentín. Era Rocío, la amiga de Keni, que desesperada le dijo que tenía que hablar urgentemente con ellos dos. Cuando finalizó la llamada, salió el médico para informarles que Laysa comenzaba a recomponerse, pero que tenía marcas de dedos en el cuello.

La señora se dio cuenta de que algo grave estaba pasando y contrató a un detective llamado Héctor Ramírez. Éste comenzó a interrogar a la familia: primero a la mamá y al papá, después a Brando y por último a Keni. La notó muy nerviosa en su forma de hablar.

Luego el detective habló con los padres y la mamá le contó que el día anterior había llamado la amiga de Keni, desesperada, diciéndole que tenía algo importante que decirle. Entonces Héctor Ramírez le preguntó si sabía dónde vivía esa amiga. La señora Florentín le respondió que no, pero que tenía el teléfono. El detective la llamó y le pidió que le dijera dónde vivía porque tenía que hacerle unas preguntas.

Cuando Ramírez llegó a la casa de Rocío lo recibió la madre, y le preguntó en qué podía ayudarlo. Él le respondió que la única que podía ayudarlo era su hija, porque estaba seguro de que sabía algo. La madre la fue a buscar porque estaba en la casa del padre.

Cuando llegó, el detective le preguntó si sabía algo sobre la hermana de Keni y ella respondió: “Keni nunca la mencionaba porque no se llevaban muy bien.”

Con esta información, Ramírez salió inmediatamente de la casa de Rocío y volvió a la de Keni, pero ella no estaba. Entonces supuso que estaría en el hospital y hacia allí se dirigió a toda velocidad. Cuando entró en la habitación de Laysa, encontró a Keni tratando de asfixiarla.

Tamara García
Karen Fernández
Noelia Romero
2º 4ª