miércoles, 30 de junio de 2010

EL CRIMEN DE FRANCISCO

Este cuento fue escrito a partir de una introducción dada.

Victoria y Francisco vivieron hace mucho, mucho tiempo, aquí en esta ciudad, cuando Buenos Aires era la capital del Virreinato del Río de la Plata. En esa época las calles eran todas de barro y era muy difícil llegar rápido, porque tampoco existían los colectivos, ni los trenes, ni los autos; mucho menos los aviones. Ellos generalmente andaban en carretas o galeras tiradas por caballos, con ruedas muy grandes y redondas.

Francisco veía a Victoria pasear por la ciudad, con sus vestidos largos, su alegre sonrisa y su peinetón, siempre acompañada por la negrita Manuela. La negrita Manuela cebaba unos mates ¡riquísimos!

Las familias de Francisco y Victoria eran amigas, y se visitaban desde que ellos eran chiquitos. Cuando Francisco empezaba a hacerse hombre y ella señorita, él se animó a declararle su amor y lo hizo regalándole este abanico. Entonces le dijo: "No lo pierdas nunca".

Los papás de ellos se pusieron muy contentos y decidieron organizar una gran fiesta. Compraron muchas velas para iluminar bien el salón. La negrita Manuela limpió tanto la casa, que todo parecía brillar. También cocinó muy ricos pastelitos y empanadas.

Al fin llegó la esperada noche del casamiento...

La fiesta ya estaba organizada, Victoria y Francisco estaban preparados para casarse. En ese momento, cuando los invitados estaban en sus lugares para recibir a los novios, Victoria estaba por entrar con su vestido largo y su abanico, cuando descubrió que Francisco no estaba. Se lo dijo a su padre; muy preocupados empezaron a buscarlo, y lo encontraron muerto en la calle, lleno de barro. Ella al verlo se desmayó.


Al despertarse vio a la negrita Manuela y le preguntó si había sido una pesadilla. Manuela le contestó que no, y en ese momento, muy triste, vio cómo subían el cuerpo a una carreta.


Después de la muerte de Francisco, la negrita Manuela parecía muy asustada, Victoria, al verla tan rara, le preguntó qué le pasaba y ella le contó que había visto cuando mataban a Francisco. Era un hombre alto, de pelo ondulado, pero no había alcanzado a verle la cara porque estaba muy oscuro. Entonces empezaron a sospechar que podía ser el mejor amigo de Francisco, que tenía esas características y había sido invitado a la fiesta, como invitado de honor, pero no había ido.


Cuando lo citaron del Ayuntamiento, tenía un ojo morado, y la mano de Francisco estaba lastimada, como si hubiera querido defenderse antes de morir.


Melany Camila Leonard

Florencia Islas


2º 4ª

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