martes, 29 de junio de 2010

LA MUERTE DE FRANCISCO

ESTE CUENTO FUE ESCRITO A PARTIR DE UNA INTRODUCCIÓN DADA

Victoria y Francisco vivieron hace mucho tiempo en esta ciudad, cuando Buenos Aires era la capital del Virreinato del Río de la Plata. En esa época las calles eran todas de barro y era muy difícil llegar rápido, porque no existían los colectivos, ni los trenes ni los autos; mucho menos los aviones. Ellos generalmente andaban en carretas o galeras tiradas por caballos.

Francisco veía a Victoria pasear por la ciudad, con sus vestidos largos, su alegre sonrisa y su peinetón, siempre acompañada por la negrita Manuela.

Las familias de Francisco y Victoria eran amigas y se visitaban desde que ellos eran chiquitos. Cuando Francisco empezaba a hacerse hombre y ella señorita, él se animó a declararle su amor y lo hizo regalándole un abanico. entonces le dijo: "No lo pierdas nunca".

Los papás se pusieron muy contentos y decidieron organizar una gran fiesta. Compraron muchas velas para iluminar bien el salón. La negrita Manuela limpió tanto la casa que todo parecía brillar. También cocinó pastelitos y empanadas.

Al fin llegó la esperada noche del casamiento. Como era una calurosa noche de verano, Victoria usó el abanico que le había regalado Francisco, el cual le sirvió para aliviar en parte tanto calor...

Pero como con el abanico no le bastaba y se quedaba sin aire, tuvo que salir al patio. Mientras tomaba fresco vino una ráfaga de viento que hizo que se le volara el abanico y cayera entre los arbustos. Ahí sintió que algo se movía, se dio vuelta y vio que su marido estaba muerto de dos puñaladas en el estómago. Empezó a gritar desaforadamente e inmediatamente salieron los invitados a ver qué ocurría.

Los familiares fueron a avisar al Ayuntamiento, pero tardaron en llegar ya que las calles eran de tierra y había mucho barro.

Cuando llegaron buscaron pistas; lo único que encontraron fue un cuchillo con sangre en la punta y una corbata. Después de investigar se dieron cuenta de que el cuchillo era de los utilizados en la fiesta, entonces el primer sospechoso podría ser alguno de los invitados. Faltaba averiguar de quién era la corbata.

Victoria le preguntó al sargento si había visto un abanico que era muy especial para ella; él le respondió que no, que lo único que habían encontrado era un cuchillo y una corbata, entonces ella se acordó de que su primo se había ido antes de la fiesta y que llevaba la corbata en la mano.

Salieron rápidamente a buscarlo en pero tardaron un par de horas porque el camino estaba muy malo y la carreta no podía avanzar. Cuando llegaron, abrieron la puerta de una patada, él no estaba en su casa, pero encontraron el abanico de Victoria.

Yesica Villaroel

Evelyn Díaz

Florencia Müller

2º 4ª

1 comentario:

  1. ¡exelente! me gusto mucho porque me encanta que termine en suspenso. hay que ser muy intlignt para escribir un cuento tan bueno. camila benitez

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